martes, 28 de septiembre de 2010

MARTES 28 SEPTIEMBRE. Excursión por los canales.

Nos levantamos con idea de desayunar en algún sitio, pero… nuestro gozo en un pozo otra vez. No encontramos nada que esté abierto a estas horas. Así que haciendo de tripas corazón, compramos unos bollos en un ultramarino y nos fuimos al hotel de los canadienses para coger el bote.
Allí comprobamos con alegría que el mafioso no nos iba a llevar, sino otro chaval que tenia pinta de buena persona.
Así, partimos rumbo a los canales del Delta del Danubio.



Lo que es el puerto fluvial de Sulina está en concordancia con lo que había visto el día anterior. Muchas fábricas oxidadas y cerradas, recuerdo de épocas mejores.
La excursión estuvo bastante bien, pudimos ver pocos pájaros (a esta hora tampoco se podía hacer mucho mas), alguna rana y muchos nenúfares.





Yo creo que los canadienses se fueron decepcionados ya que tenían idea de ver mas bichos, pero a mi me sirvió. Vi nenúfares que nunca antes había visto, y me pareció relajante el paseo. El chico que nos llevó era bastante majete y nos iba explicando cosas bastante interesantes de este Parque Natural. Desgraciadamente hablaba en ingles, por lo que me enteré de la mitad. Nunca llegará al nivel del guía de Camarones (Colombia) pero no estuvo mal. Fiel a su palabra, a las cuatro horas volvimos a Sulina.


Allí nos fuimos a un restaurante a comer pescado, aunque yo ya dudaba por adelantado de que me fuera a gustar (por mi NO afición al pescado en general).
Visto que el menú solo estaba el rumano y el inglés tuvimos serias dudas con lo que podíamos elegir. Así que yo pedí carpa (que seguro que era de río) y Maripaz un pescado de origen desconocido.
Como era de suponer no me gustó mucho la carpa. Lo de Maripaz estaba bastante mejor y eso que era animal marino.
La camarera fue bastante simpática aunque tampoco hablaba demasiado ingles.
Dado nuestra mala experiencia el día anterior con el tema de la playa y ya que esta chica parecía bastante agradable, se me ocurrió preguntar sobre donde estaba la playa (por supuesto ya habíamos perdido la esperanza de que en la playa hubiera algo parecido a un paseo marítimo, jeje). Ella toda convencida, me lleva a la parte trasera del restaurante y me señala a la derecha y luego girar y todo recto. O sea en otra dirección a la que habíamos tomado el día anterior.
Volvimos al hotel a coger alguna cosa y nos fuimos por donde nos había dicho la chica. Y, en fin, no se si entendí mal o ella se equivocó, pero la cuestión es que por donde ella nos había dichos solo había caminos de tierra. Y a cada cuesta arriba decíamos: ahora hay arena, después estará la playa. Luego había más camino, más verde, mas vacas, pero la playa ni se intuía


Ya aburridas de la búsqueda de la playa decidimos hacer ruta senderista por la zona hasta que llegamos a un canal que no se podía cruzar. Allí ya giramos hacia la zona que nosotras creíamos que podría estar la dichosa playa, Después de un buen rato andando llegamos a un cuartel militar en el que por suerte había un militar al que le preguntamos por la playa. Nos dijo que estaba como a 400 m (MILAGRO).

Cogimos el camino que nos dijo y por fin la encontramos, toda desierta y preciosa. Sin gente, salvaje, nada de nada. Si que hay un par de chiringuitos, pero al ser temporada baja todo estaba cerrado.
Nos fuimos al malecón a leer un rato y toar el sol mientras atardecía. Lo malo es que había bastante viento y hacia fresco lo que impedía el placer total.


Así que, después de un rato, nos fuimos a pasear por la orilla mientras jugamos con un par de perros que estaban por allá. Uno de ellos nos hizo gracia porque le vimos comer arena y beber agua del Mar Negro (que mas tarde sabríamos que no era salada) así que le llamamos “Almejilla”.

Para no perder la costumbre, también hice mi bautismo en el Mar Negro

Cuando ya empezó a atardecer nos dirigimos al pueblo de distaba unos 2 km, por ¡el camino que habíamos tomado el día anterior! Mientras íbamos caminando se nos para un coche y vemos a nuestro barquero que iba con toda la familia y que nos preguntó si queríamos que nos acercase al pueblo. Le dijimos que no, que preferíamos ir caminando para ir haciendo fotos. Fue buena elección ya que pudimos ver un precioso atardecer, una manada de caballos salvajes…

Ya en el hotel toca duchita y todas limpias a cenar.

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