lunes, 27 de septiembre de 2010

LUNES 27 SEPTIEMBRE. Bienvenidas al Delta.

El trayecto hacia Tulcea es malillo. La carretera no está mal, pero no funciona el aire acondicionado así que dentro vamos todos achicharrados. Y así durante 4 largas horas.
La ciudad de Tulcea me sorprende gratamente, y aunque algo decadente es bastante agradable.
Nuestra estancia en Tulcea es solo ocasional, paradita de rigor para coger el siguiente transporte hacia algún pueblo del Delta o en su defecto para contratar alguna excursión que incluya todo.
Vamos a la oficina de información y turismo, donde no hay nadie (para no variar). Estamos un rato de espera hasta que sale una chica y nos da un par de folletos y nos dice que para información concreta sobre el Delta vayamos a otro lugar.
En este, la chica tiene más información. Nos da los horarios de los ferries, direcciones de hoteles y nos dice que dos ciudades pueden resultarnos más interesantes como origen de las excursiones. Nos decidimos por Sulina ya que según nos dice es más urbana y además tiene playa
Como el ferry aun tarda una hora en partir, nos vamos a comer algo a un restaurante del puerto fluvial.
El ferry sale a su hora y el viaje transcurre sin incidentes. Llaman la atención las riberas, llenas de antiguas fábricas, ahora en desuso. Da idea de que antes esto fue un lugar comercial. Ahora parece que no hay nada. Todo está abandonado


La llegada a Sulina es el momento mas “indio” de todo el viaje. Por primera vez la gente se agolpa en el puerto, ofreciendo sus servicios. Y, vale que preferimos eso a la no existencia de hoteles, pero llega a agobiar bastante. Sobre todo uno al que apodamos “el mafioso” ya que parecía mover todo el cotarro y nos “persigue durante un buen rato.
Empezamos a andar por el paseo fluvial para ver si vemos alguna cosilla. Tardamos poco en encontrar un hotelillo muy majo y a muy buen precio.
Dejamos nuestras cosas y nos vamos a hablar con la del hotel para ver si organizar excursiones. La chica no habla ingles así que nos pasa a su jefa que consigue hablar en ingles con Maripaz. Nos dice que vayamos a otro hotel a hablar con ella. Una vez allí nos dice que hay varias opciones, o bien con un catamarán que sale caro ya que no hay turistas por aquí. O bien una barca que nos lleva en plan taxi, cosa que gestiona nuestro “amigo” el mafioso, como no.
Dio la casualidad que en ese momento entraban dos turistas canadienses (Fred y Maude) con el mismo tema. No recuerdo bien como fue, pero al final salimos de allí con un barco taxi para los cuatro que nos llevaría al día siguiente por los canales en plan excursión
Como aun era pronto decidimos ir a la playa a tomar algo, pero jeje, ¡que ilusas somos! La playa no la encontramos ni de casualidad. Echamos a andar siguiendo una flecha que marcaba la playa en cuestión, pero después de caminar durante un buen rato, seguir por caminos rodeados de fábricas decidimos dejarlo por imposible. Además empezaba a oscurecer y había hordas de mosquitos por todos sitios.


Perseguidas por tan agradable animal decidimos hacer la cena temprano en un sitio resguardado para luego irnos a pasar el resto de la tarde en el hotelillo.

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