Volvimos al hostal donde ya nos esperaban
Nuestra ruta empezó con Humor, un monasterio pintado en bastante buen estado de conservación y con unos arreglados exteriores. Prácticamente no había turistas por allá
Luego fuimos a Varatec que resultó igual de bonito que el anterior, pero que tenia un interesante y precioso cementerio en el exterior.
Nos llamó la atención ese cementerio ya que, era casi como un jardín. En lugar de losas, hacen un parterre y lo llenan de flores. Como en este país el clima debe ser muy propicio para la vida vegetal. Las flores estaban espectaculares. Todo lleno de color, mariposas, abejas…era bucólico pese a ser un cementerio.
Luego nos dimos una vuelta por el mercado que hay en un lateral del monasterio, pero no vimos nada que nos pudiera interesar (de momento poco habíamos visto que nos gustase para comprar).
De camino al siguiente monasterio el taxista nos paró en otro mirador en las montañas para que apreciemos el paisaje y como no, la mano “moldavita” que no sabíamos bien que quería decir pero que debía ser muy importante por el interés que se tomo el hombre en que le hiciéramos fotos. Y eso que nosotras teníamos mas interés en los montes y valles que en la escultura esa.
Luego nos lleva al monasterio de Moldovita (parecido a todo lo anterior) y ya a comer a un lugar de comida típica.
Cogimos un plató típico que consistía en mamaliguta (la masa de maíz también conocida como mamaliga), tochitura (carne adobada) y queso branza (parecido al feta). Y en fin… no es que estuviera malo, pero…la carne tenía bastante ternilla y la mamaliguta (de sabor parecido al interior de un tamal) resultó difícil de digerir. El queso no era nada del otro mundo. De momento la comida rumana no me estaba conquistando que digamos
Ya solo nos quedaba el monasterio de Sucevita que era el más importante del lugar y el que en mi opinión era el mejor conservado, precioso.
Hay que decir que pese a ser parecidos (sobre todo para mis profanos ojos), estos cuatro monasterios son una verdadera joya arquitectónica, preciosos. Es estos monasterios aun vimos algún que otro turista (algunos de ellos españoles).
Para rematar la excursión nos llevaron al taller de cerámica de Marginea. Tampoco encontramos allí nada de particular. Nos enseñaron como hacían vasijas en un torno y como estaban puestas a secar. Pero después de ver en otros países vasijas preciosas, la verdad es que estas me decían más bien poco…
Y ya nos volvimos para Suceava con la merecida siesta en el trayecto, jeje.
Llegamos bastante pronto así que aun nos quedaban horas de sol. Nos fuimos a pasear por la ciudad y luego a sentarnos tranquilamente en el parque del día anterior
Cuando empezó a oscurecer nos volvimos al hostal y nos preparamos un te, que nos tomamos en los columpios del jardín (que nos encantaban por cierto) debajo del árbol asesino.
¿Y porque lo de “árbol asesino”? Todo tiene una fácil explicación. Resulta, que una de las cosas que mas nos llamó la atención de Rumania era que había una gran cantidad de árboles frutales, pero en plan ornamental así que como nadie cogía la fruta. Esta se caía con el consiguiente riesgo para la cabeza de la gente que por allí pasaba. Nunca he visto tanta fruta por el suelo. Y ya no solo fruta “normal” sino castañas, avellanas… incluso nueces (estas si que vimos como las recogían)
El “árbol asesino”(o bloody tree como lo llamaba la chica del hostal) en concreto era un manzano que no dejaba de dejar caer sus lindas manzanitas. Tuvimos suerte y ninguna cayó sobre nuestras cabezas (pero si sobre mi páncreas, jeje).
Al cabo de un rato vino la chica del hostal para preguntarnos si nos habíamos quedado con dudas sobre la visita, informarnos sobre la combinación de trenes a Viseu de Sus (nuestro siguiente destino) y contarnos su próximo viaje a Canarias. Bastante simpática la moza.
Se nos hizo tarde y como aun estamos con la mamaliguta sin digerir nos vamos a la cama sin cenar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario