martes, 22 de noviembre de 2011

Sapa. Primer Trek

A las 4:50 de la mañana llegamos a Lao Cai. Pronto nos rodean personas que ofrecen el servicio de taxi a Sa Pa. Nosotras nos metemos en un minibús y esperamos un rato hasta que se llene.
Al cabo de una hora de carretera con curvas (menos mal que cada día me mareo menos) llegamos a Sa Pa. El minibús nos deja en el hotel contratado. Para no perder el tiempo y aprovechar al máximo el día, contratamos las excursiones en el mismo hotel . Una media de 15$ por excursión. Nos damos cuenta de la “clavada” que nos pegaron con la excursión de la Pagoda del Perfume.
Dejamos todo en la habitación y desayunamos mientras esperamos a que nos vengan a buscar.
Un trek de 16 km nos espera (suerte que yo viajo en mochila y no tengo que ir “A anca”).
Nos viene a buscar una chiquilla de 18 años (aunque no aparenta más de 15). Pertenece a la etnia H’Mong aunque va vestida al modo occidental. Aparte de nosotras va una pareja de mujeres estadounidenses.
Es normal que en los treks se junten grupos de mujeres H’Mong que te acompañan por todo el camino para venderte al final sus artesanías. Así que para no variar a nuestro grupo se unen unas cuantas (3 mujeres y una niña de 14 años). Tienen muy bien organizado el tema ya que salvo si eres arisco o borde es difícil quitártelas de encima. Como nos caen bien les dejamos estar y disfrutar de su presencia aunque luego nos obliguen a comprar alguna de las cosas que llevan. Al fin y al cabo viven de eso. Después de un rato en minibús (seguidas en moto por las H’Mong) llegamos a un camino y nos ponemos a andar por entre arrozales.

Al ser Noviembre la vista dista mucho de ser espectacular. Los arrozales están tirando a marrón y además una densa bruma cubre todo el cielo por lo que las montañas tampoco se ven demasiado.


La primera parte de la jornada es sencilla, caminamos por caminos empedrados, paseamos por pueblillos mientras conversamos con las H’Mong que nos van enseñando su idioma y nos dan regalillos… Nos enseñan también un par de escuelas que nos sorprenden por lo bien construidas que parecen (luego me dirían que además la educación primaria es gratuita, no está mal). Elena, para no faltar a la tradición se dedica a repartir unos globos entre unos niños que están en un aula cuyo profe se encuentra desaparecido (la hora del café, jeje)
Al cabo de un buen rato de camino fácil, la cosa se complica y empieza el trek en estado puro. No por lo fatigoso del camino (ya que tampoco es para tanto), pero el estado húmedo y resbaladizo del suelo hace casi imposible caminar sin resbalarse. Gracias a las H’Hmong (alias “bastón humano”) hubo pocas caídas. Eso si, barro hasta las rodillas, jeje. Cuanto hubiera disfrutado yo de tanto terreno húmedo.
Hacemos una parada en el camino para comer. Nos sirven un bocata de pepino, salchichas y huevo duro. No es nada del otro mundo, pero llena la tripa (algo es algo).







Aprovechamos para descansar, hacer fotos a las H’ Mong y de los alrededores.
Seguimos el camino pasando por un bosque de bambú y poco después terminamos al lado de una cascada. Allí ya nos sacan sus artesanías que nos consiguen vender a un precio desorbitado (cosas que tiene no haberse habituado al cambio, y una mezcla entre pena y que te caigan bien).

Fue tanto el precio final que la que me vendió las cosas me daba besos y todo, en fiiin.
Desde allí volvemos al minibús, rumbo a Sa Pa.
Como queremos aprovechar el día pero estamos reventadas contratamos un taxi que nos lleve a la cascada Cat Cat y que nos espere allí.
Nos deja a la entrada y bajamos por un camino hasta llegar a la cascada. Hacemos unas fotos, un rato de relax y de nuevo para arriba.
A llegar allí no estaba el taxi. Nos sentamos a esperar y nada, que no llega. Ya preocupadas porque nos hubieran dejado tiradas se nos ocurre la idea de que pueda haber otra entrada y miramos el mapa (no se aun porque no lo miramos antes). Resulta que la Cascada es un camino circular, que no hacía falta volver a subir los escalones sino seguir un camino y llegar al parking situado más abajo. Dos de nostras bajan al parking con esperanzas de que esté allí. Y si, allí estaba el hombre con el taxi.
Estamos muertas de cansancio así que nos vamos a cenar y luego al hotel a darnos esa ducha caliente que tanto nos apetece antes de acostarnos. Son las 7 y dormimos como angelitos.

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