sábado, 8 de mayo de 2010

Día 8 de Mayo: Bruselas

Otra vez nos toca madrugar y dirigirnos a la estación de tren para nuestro último trayecto de la escapada belga. Como la ida al hotel se nos habia hecho bastante larga y caia un ligero "chirimiri", cogimos el metro hasta la estación. Esta vez el desayuno fue rápido en la estación de tren de Gante.
Llegamos temprano a Bruselas y nos fuimos al hotel (el de la primera noche). Esta vez lo habíamos pagado por adelantado, así que ya no había riesgo alguno de quedarnos sin habitación.
Nos dieron nuestras habitaciones, dejamos nuestras cosas y nos fuimos al centro de la ciudad.

La zona antigua de Bruselas es pequeñita y salvo la plaza principal, que es impresionante, alguna calle anexa y el Manneken pis tampoco hay mucho que ver.

Así que acabamos pronto el paseo por la zona y nos fuimos por los alrededores del Palacio real en donde también hay alguna catedral de interés.

Como parece ser que esa zona era más lujosa, no pudimos encontrar un restaurante económico, así que acabamos en una pequeña cafetería donde tenían bocadillos y unos postres alucinantes (menuda tarta de zanahoria que tenían).
Luego volvimos al centro a comprar bombones y algo típico. Cabe decir que yo estaba más interesada en ese momento en buscar un sitio donde vendiesen las famosas patatas fritas belgas No me quería ir de Bélgica sin probarlas. Encontramos un sitio que tenia buena pinta y me compré un cucurucho lleno y cubierto de curry-ketchup (que acierto de salsa, por cierto). Aunque con cierta ayuda externa las patatas desaparecieron en un instante. Por cierto aun sueño con esas patatas, ummmmm.


Por último dimos una vuelta por unas galerías con unos escaparates preciosos y nos fuimos a la busca y captura de un supermercado con el fin de comprar algunos productos alimenticios pero a buen precio (que recuerdos de esos supermercados latinoamericanos donde he comprado tantas cosas extrañas). Por supuesto el supermercado elegido fue un Carrefour, de donde salimos con chocolates y algún que otro bote de curry-ketchup (luego me arrepentiría de haber comprado solo uno, ayyyy cuanto lo echo de menos).
Y paseando tranquilamente nos fuimos al hotel donde estuvimos un rato descansando. Alli nos llegaron noticias poco esperanzadoras: el “innombrable” había hecho su aparición y había mandado sus cenizas al aeropuerto de Zaragoza, que, al igual que la mayor parte de los aeropuertos del norte de España, llevaba cerrado desde el viernes.
Y aunque las noticias eran alentadoras y comentaban que el de Zaragoza lo abrirían de madrugada, ya me veía retrasando mi vuelo a otro día, teniendo que apañarnos en tren o bus o en el mejor de los casos, con un desvío a Málaga.
Había leído que la zona de “Las Maroles” era interesante, pero, despues de verlo, el interés no lo encontramos por ningún sitio. Callejeamos un rato por allá y nos volvimos al hotel.
Y de camino compramos para cenar esas deliciosas pastelas por las que suspiro desde que estuve en Marruecos. Llamaba la atención que la avenida en donde las compramos era prácticamente 100% árabe, todo lleno de salones de te, pastelerías, supermercados…. Me dicen que estoy en Marruecos y me lo creo.
Y es que nunca he visto una ciudad tan llena de gente de distintas nacionalidades como Bruselas.
Así que con nuestro "tesoro culinario" nos plantamos en el hotel para dar buena cuenta de las mismas (Aquí podemos ver las ganas que tenia Rani por comerlas y el empacho que pilló, jeje).


Después del atracón solo tuvimos ganas para charlar un rato antes de irnos a la cama.

3 comentarios:

  1. Curry-ketchup al poder!!!
    Yo también me arrepiento de no haber cogido algún otro bote más...

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  2. Mary, como me conoces, jeje.
    Y si Oscar, cuanto me arrepientoooooo

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