jueves, 6 de mayo de 2010

Día 6 de Mayo. Brujas

Nos levantamos temprano al día siguiente y, nos fuimos caminando tranquilamente hasta la estación para aprovechar y ver un poco de la ciudad y de paso buscar algún sitio para desayunar. Fue fácil encontrar (preguntando, claro) el mostrador donde vendían los billetes de tren. La idea que teníamos era ir primero a Brujas a pasar el día, dormir allí, al día siguiente ir Gante y repetir plan. El sábado volveríamos a Bruselas donde pasaríamos el último día ya que el domingo volvíamos a España.
Me habían comentado que salía muy bien coger un bono de 10 viajes e ir gastando. Aunque aquí los trayectos tienen precios distintos según el recorrido, hay bonos de diez viajes en los que no importa el trayecto que hagas, ya que sale lo mismo para todos, así que ese bono sale muy rentable para el turista que hace la famosa ruta. Teníamos un total de 12 viajes, así que solo teníamos que comprar dos por separado. Le comentamos nuestra idea al chico del mostrador, que muy amable nos propuso también dicho plan, e incluso añadió que nos saldría mejor si los billetes sueltos eran los del trayecto Brujas-Gante ya que son los mas baratos. Me hizo gracia que mirara por nuestro interés económico.
Bajamos a los andenes y cogimos el primer tren rumbo a Brujas que no tardó nada en venir.
El trayecto era de aproximadamente una hora así que aprovechamos, unos para estudiar, otros para leer y otros simplemente para mirar por la ventana.
El sol brillaba al llegar a Brujas (cosa rara según parece) aunque hacia bastante viento. Supongo que para alguien que no esté acostumbrado como nosotros al viento frío e intenso de nuestro cierzo, el viento de Brujas habría parecido desagradable. Para nosotros hizo buen día aunque frío.

Nos dirigimos al hostal que habíamos reservado (y esta vez, habiendo pagado una señal) y preguntamos por nuestra habitación. Casi nos da un soponcio cuando la mujer nos dijo: ha habido un problema con la habitación…Ya nos veíamos otra vez buscando habitación cuando la mujer se apresuró a decirnos que nos habían facilitado una habitación cuádruple en el hotel del mismo dueño y que nos mantenían el precio. Mejor calidad al mismo precio ¿hay algo mejor?. Nos dio las llaves y nos fuimos para allá (era el edificio contiguo). Nos sorprendió gratamente la habitación, y es que, pese a ser una sauna, era casi “lujosa” .




Dejamos nuestras cosas y nos fuimos a pasear por la ciudad y a tiendear (para horror de alguno) hasta que se nos hizo la hora de comer.




Hay que decir que las tiendas eran una verdadera preciosidad, tiendas de juguetes artesanos que daban gozo, chocolaterías, mercerías…todos los escaparates eran preciosos o por lo menos “coquetos”.


Brujas es una ciudad realmente preciosa. Todo el centro merece ser disfrutado paseando por sus calles y por sus canales.

Pese a creer que iríamos bastante justos respecto al tiempo, la verdad es que fiel a nuestro estilo nos dio de sobra para ver todo, incluso para tomar el sol al lado de unos molinos.




A eso de las dos estábamos muertos de hambre así que nos dirigimos a la plaza a buscar algún sitio para comer. Como todo era bastante caro y la idea de comer el plato típico, mejillones con patatas, no nos atraía a ninguno, pasamos de comer en restaurantes turísticos y acabamos en donde siempre…No os creáis que en McDonalds, noooo. Algo mejor…pensar…en un chino…Siiii.
Pues, el chino en cuestión no estuvo mal, baratillo y con comida en abundancia.


Después de la “pitanza” nos fuimos al muelle a reservar sitio en un barco que os llevaria por los canales para ver la ciudad desde los canales. Craso error por mi parte ya que no consideré que acababa de comer y que tengo tendencia natural a dormir en cualquier vehiculo en movimiento… En fin, que los demás disfrutaron el viaje, pero yo poco, poco. Bueno, en realidad lo que disfruté fue de una siestecilla, jeje.






Después del paseo seguimos con la ruta por la parte sur de la ciudad y como no, pese a no tener hambre, acabamos sucumbiendo a los placeres de un producto típico por excelencia; los waffles con slagrom o lo que es lo mismo gofre con nata. Yo que soy poco dada a los dulces y bollería en general disfrute también del manjar, y es que un día en un día.



Paramos un ratillo en el hotel y aprovechamos para comprar cena en el restaurante de enfrente, una tienda donde vendían pasta en plan “take away” y que salía tirada de precio. Como el calor seguía siendo infernal en la habitación aprovechamos y dejamos la comida cerca de los radiadores y nos fuimos a seguir la marcha hasta que se hiciera de noche.
Ya solo nos quedaba la parte menos interesante así que anduvimos tranquilamente hasta que empezó a anochecer. De camino al hotel por la mañana habíamos visto una feria en un parque cercano, nos habíamos dicho que iríamos a montarnos en la atractiva noria para ver la ciudad desde las alturas, pero el viento helador nos quitó las ganas de seguir con el plan.


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