Una de las ventajas de la compañía de buses (o de la estación, no lo tenemos claro) es que hay un transfer estación-centro de la ciudad, por lo que nos ahorramos el taxi.
Al llegar allí vamos al hotel donde nos duchamos y pasamos el resto de la mañana vegetando (lastima que no haya piscina). Salimos a comer a un restaurante cercano y, debido al calor, nos volvemos al hotel para echarnos la siesta, no sin antes hacer una visitilla al bazar.a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKAigyUA6T7RZ-e7Z-qAvRwVyhR3WjHT5IAD0Czv8pbY4W7f-5VFpqm1z13gU-CTIK7EJrtdWJxAWjXYQAXzaIt632PjhtsoNxSbaIMa0sF5RAqTxWvAEdSkZ85z9FICDYyuK0Vk3J1azt/s1600/Turkey+%2528521%2529.JPG">
El hotel, pese a no convencernos mucho por Internet, resultó un acierto. Bastante limpio pese a que la decoración era algo anticuada y la gente del hotel muy agradable, tanto que nos invitaban a dulces, coca cola…
Cuando ya parece que se puede respirar, salimos a dar una vuelta para ver las mezquitas más famosas de la ciudad. Edirne resulta una ciudad muy acogedora y agradable.
Y por la tarde, por primera vez desde que estamos aquí, aparece una nube, luego otra y llueve.
Solo una tormentita pero refresca algo y nos arregla el día (y es que claro, una rana como yo, necesita lluvia antes o después, jeje). Aprovechamos la ocasión para hacer algo que me encanta, visitar un supermercado y comprar cosas curiosas, jeje, cuantas ricas sopitas me esperan este invierno…
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