jueves, 30 de septiembre de 2010

JUEVES 30 SEPTIEMBRE. Ruta turística por Bucarest.

Yo creo que es el primer día de todos los que estamos en Rumania que estamos deseando despertar e irnos del hotel. No he dormido mal, pero he tenido fresco y cierta tensión por eso de estar tan aisladas. Por suerte esta noche dormimos de nuevo en el hostal, aunque sea en el dormitorio comunal. Todo será mejor que estar aquí solas.
Nos vamos a buscar un sitio donde vendan algún pastel para el desayuno aunque sin mucho resultado.
Después de nuevo al hostal a dejar nuestras cosas (ya por fin para siempre). Desde allí nos vamos a pasear por el centro, con las consiguientes paradas a tomar algo, a mirar tiendas…

Aparte de algún edificio interesante, algún parque o avenida, la ciudad tampoco es muy bonita que digamos.


Es mejor de lo que creía y resulta agradable para pasear, pero nada que destacar salvo la cantidad ingente de floristerías, casi una en cada esquina. Es muy bonito. Después de caminar por la zona nos paramos a comer en un turco de aspecto más que atractivo. Así que decidimos descartar la comida rumana y nos damos un lujo, comiendo esa comida árabe que tanto nos gusta (pena que no había pastela)

Por último nos dirigimos al Parlamento, pero llegamos demasiado tarde y han cerrado. Así que entramos en el museo de vestidos típicos para perder un poco el rato. No nos gustó demasiado. Ante nuestros profanos ojos, todo era parecido
Luego ya volvemos al hostal dando otro paseo, con la paradita de rigor para tomarnos un chocolate en una chocolatería muy chula que encontramos.
A su lado vimos una iglesia ortodoxa superbonita. No la marcaba en el mapa, pero a mi fue la que mas me gustó de todo Bucarest.

Luego descanso en el hotel y a cenar a un italiano cercano en donde cenamos de vicio

miércoles, 29 de septiembre de 2010

MIERCOLES 29 SEPTIEMBRE Vuelta a Bucarest.

Aunque nuestra idea era quedarnos un día más en el Delta, decidimos irnos hacia Bucarest. Todo lo turístico está parado y hacer otra excursión por los canales nos parece una tontería.
Así que después de un contundente desayuno nos vamos al puerto a coger el barco de las 10. Una vez allí nos dicen que ese servicio no funciona. Que el barco a Sulina sale a las 12. Así que, visto que nos toca esperar nos vamos a comprar alguna cosilla para la comida, y luego a esperar en el puerto hasta que se haga la hora.
Otra idea que teníamos era ir a Constanza ya que íbamos bastante bien de tiempo y así tener un día de playa de verdad, pero las nubes amenazantes en el cielo nos quitan la idea de la cabeza.
Así que cogemos el ferry, comemos en Tulcea y cogemos el bus a Bucarest
Y si la ida fue mala, la vuelta es peor. No tenemos muy claro el porque, pero nuestro bus coge otro camino para pasar por mas pueblos. Eso se traduce en casi dos horas de camino lleno de baches. Para rematar la faena llegamos a un pueblo que no tiene puente porque lo que nos toca esperar casi una hora a que salga en transbordador. Fuera, no para de llover.
Al final llegamos a Bucarest a las 8 y media (5 horas y media de trayecto). Como ya era tarde se nos ocurrió coger un taxi. Craso error. Resulta que el tío nos dio una vuelta de órdago, con la excusa de seguir el GPS. Mejor no hablar de ese momento ya que las dos llevábamos un cabreo impresionante. Llego incluso a tener un pequeño incidente con otro coche (culpa del taxista) y mientras salio para ver los desperfectos ni siquiera se le ocurrió parar el taxímetro.
Cuando por fin llegamos al hotel ya ni tenemos ganas de discutir el precio que nos dice que le debemos. Como teníamos reserva para el viernes en el hostal del primer día (a nuestro “orfanato”), volvemos allí con idea de dejar nuestras maletas ya para todos los días. Pero otra vez nuestros planes quedan frustrados, que ilusas somos.
No hay ni una plaza libre en todo el hostal. Después de un buen rato de llamadas nos ofrecen lo que llaman el estudio o la suite. Está situado al lado de la estación así que nos obligan a coger de nuevo un taxi. Tampoco nos dieron mucha opción de irnos a buscar otro hotel ya que se nos plantificó el jefe con un taxi en la puerta y no pudimos decirle que no. Así que decidimos seguir al hombrecillo amable al “estudio” y si era muy horrible huir de la escena, jeje. El hombre nos dice que aunque la zona parezca un poco abandonada que no tengamos miedo que es una casa que usan de vez en cuando para cuando vienen grupos y que tiene bastantes llaves hasta poder llegar a la vivienda. Que estaremos solas y que allí no hay peligro
Una vez allí nos sorprende lo que ellos llaman la suite, muy del estilo del orfanato. Decadente es la palabra que la define realmente. No es que esté sucia, pero el hombre tenía razón al decir que estaba un poco “en mitad de ninguna parte”. Bien es que pertenece al mismo hotel (el cartelon de la puerta da fe de ello) y está en una calle transitada, pero el jardín está tan salvaje que da cierto reparo y te da una sensación de aislamiento que no nos gusta nada. Pero son más de las 11 y ya no tenemos ganas de buscar otra cosa.

Nos deja con todos los bártulos y se va a su casa. Nosotras, menos mal que estábamos cansadas y nos habíamos duchado el día anterior, porque si no… El baño tenia lo justo y hacia fresco (A saber desde hace cuanto tiempo no vive nadie aquí). Nos cambiamos pronto y nos metemos en la cama con sábanas limpias (incluso todavía olían bien) y una manta del siglo pasado que parece sacada del ejército

martes, 28 de septiembre de 2010

MARTES 28 SEPTIEMBRE. Excursión por los canales.

Nos levantamos con idea de desayunar en algún sitio, pero… nuestro gozo en un pozo otra vez. No encontramos nada que esté abierto a estas horas. Así que haciendo de tripas corazón, compramos unos bollos en un ultramarino y nos fuimos al hotel de los canadienses para coger el bote.
Allí comprobamos con alegría que el mafioso no nos iba a llevar, sino otro chaval que tenia pinta de buena persona.
Así, partimos rumbo a los canales del Delta del Danubio.



Lo que es el puerto fluvial de Sulina está en concordancia con lo que había visto el día anterior. Muchas fábricas oxidadas y cerradas, recuerdo de épocas mejores.
La excursión estuvo bastante bien, pudimos ver pocos pájaros (a esta hora tampoco se podía hacer mucho mas), alguna rana y muchos nenúfares.





Yo creo que los canadienses se fueron decepcionados ya que tenían idea de ver mas bichos, pero a mi me sirvió. Vi nenúfares que nunca antes había visto, y me pareció relajante el paseo. El chico que nos llevó era bastante majete y nos iba explicando cosas bastante interesantes de este Parque Natural. Desgraciadamente hablaba en ingles, por lo que me enteré de la mitad. Nunca llegará al nivel del guía de Camarones (Colombia) pero no estuvo mal. Fiel a su palabra, a las cuatro horas volvimos a Sulina.


Allí nos fuimos a un restaurante a comer pescado, aunque yo ya dudaba por adelantado de que me fuera a gustar (por mi NO afición al pescado en general).
Visto que el menú solo estaba el rumano y el inglés tuvimos serias dudas con lo que podíamos elegir. Así que yo pedí carpa (que seguro que era de río) y Maripaz un pescado de origen desconocido.
Como era de suponer no me gustó mucho la carpa. Lo de Maripaz estaba bastante mejor y eso que era animal marino.
La camarera fue bastante simpática aunque tampoco hablaba demasiado ingles.
Dado nuestra mala experiencia el día anterior con el tema de la playa y ya que esta chica parecía bastante agradable, se me ocurrió preguntar sobre donde estaba la playa (por supuesto ya habíamos perdido la esperanza de que en la playa hubiera algo parecido a un paseo marítimo, jeje). Ella toda convencida, me lleva a la parte trasera del restaurante y me señala a la derecha y luego girar y todo recto. O sea en otra dirección a la que habíamos tomado el día anterior.
Volvimos al hotel a coger alguna cosa y nos fuimos por donde nos había dicho la chica. Y, en fin, no se si entendí mal o ella se equivocó, pero la cuestión es que por donde ella nos había dichos solo había caminos de tierra. Y a cada cuesta arriba decíamos: ahora hay arena, después estará la playa. Luego había más camino, más verde, mas vacas, pero la playa ni se intuía


Ya aburridas de la búsqueda de la playa decidimos hacer ruta senderista por la zona hasta que llegamos a un canal que no se podía cruzar. Allí ya giramos hacia la zona que nosotras creíamos que podría estar la dichosa playa, Después de un buen rato andando llegamos a un cuartel militar en el que por suerte había un militar al que le preguntamos por la playa. Nos dijo que estaba como a 400 m (MILAGRO).

Cogimos el camino que nos dijo y por fin la encontramos, toda desierta y preciosa. Sin gente, salvaje, nada de nada. Si que hay un par de chiringuitos, pero al ser temporada baja todo estaba cerrado.
Nos fuimos al malecón a leer un rato y toar el sol mientras atardecía. Lo malo es que había bastante viento y hacia fresco lo que impedía el placer total.


Así que, después de un rato, nos fuimos a pasear por la orilla mientras jugamos con un par de perros que estaban por allá. Uno de ellos nos hizo gracia porque le vimos comer arena y beber agua del Mar Negro (que mas tarde sabríamos que no era salada) así que le llamamos “Almejilla”.

Para no perder la costumbre, también hice mi bautismo en el Mar Negro

Cuando ya empezó a atardecer nos dirigimos al pueblo de distaba unos 2 km, por ¡el camino que habíamos tomado el día anterior! Mientras íbamos caminando se nos para un coche y vemos a nuestro barquero que iba con toda la familia y que nos preguntó si queríamos que nos acercase al pueblo. Le dijimos que no, que preferíamos ir caminando para ir haciendo fotos. Fue buena elección ya que pudimos ver un precioso atardecer, una manada de caballos salvajes…

Ya en el hotel toca duchita y todas limpias a cenar.

lunes, 27 de septiembre de 2010

LUNES 27 SEPTIEMBRE. Bienvenidas al Delta.

El trayecto hacia Tulcea es malillo. La carretera no está mal, pero no funciona el aire acondicionado así que dentro vamos todos achicharrados. Y así durante 4 largas horas.
La ciudad de Tulcea me sorprende gratamente, y aunque algo decadente es bastante agradable.
Nuestra estancia en Tulcea es solo ocasional, paradita de rigor para coger el siguiente transporte hacia algún pueblo del Delta o en su defecto para contratar alguna excursión que incluya todo.
Vamos a la oficina de información y turismo, donde no hay nadie (para no variar). Estamos un rato de espera hasta que sale una chica y nos da un par de folletos y nos dice que para información concreta sobre el Delta vayamos a otro lugar.
En este, la chica tiene más información. Nos da los horarios de los ferries, direcciones de hoteles y nos dice que dos ciudades pueden resultarnos más interesantes como origen de las excursiones. Nos decidimos por Sulina ya que según nos dice es más urbana y además tiene playa
Como el ferry aun tarda una hora en partir, nos vamos a comer algo a un restaurante del puerto fluvial.
El ferry sale a su hora y el viaje transcurre sin incidentes. Llaman la atención las riberas, llenas de antiguas fábricas, ahora en desuso. Da idea de que antes esto fue un lugar comercial. Ahora parece que no hay nada. Todo está abandonado


La llegada a Sulina es el momento mas “indio” de todo el viaje. Por primera vez la gente se agolpa en el puerto, ofreciendo sus servicios. Y, vale que preferimos eso a la no existencia de hoteles, pero llega a agobiar bastante. Sobre todo uno al que apodamos “el mafioso” ya que parecía mover todo el cotarro y nos “persigue durante un buen rato.
Empezamos a andar por el paseo fluvial para ver si vemos alguna cosilla. Tardamos poco en encontrar un hotelillo muy majo y a muy buen precio.
Dejamos nuestras cosas y nos vamos a hablar con la del hotel para ver si organizar excursiones. La chica no habla ingles así que nos pasa a su jefa que consigue hablar en ingles con Maripaz. Nos dice que vayamos a otro hotel a hablar con ella. Una vez allí nos dice que hay varias opciones, o bien con un catamarán que sale caro ya que no hay turistas por aquí. O bien una barca que nos lleva en plan taxi, cosa que gestiona nuestro “amigo” el mafioso, como no.
Dio la casualidad que en ese momento entraban dos turistas canadienses (Fred y Maude) con el mismo tema. No recuerdo bien como fue, pero al final salimos de allí con un barco taxi para los cuatro que nos llevaría al día siguiente por los canales en plan excursión
Como aun era pronto decidimos ir a la playa a tomar algo, pero jeje, ¡que ilusas somos! La playa no la encontramos ni de casualidad. Echamos a andar siguiendo una flecha que marcaba la playa en cuestión, pero después de caminar durante un buen rato, seguir por caminos rodeados de fábricas decidimos dejarlo por imposible. Además empezaba a oscurecer y había hordas de mosquitos por todos sitios.


Perseguidas por tan agradable animal decidimos hacer la cena temprano en un sitio resguardado para luego irnos a pasar el resto de la tarde en el hotelillo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

DOMINGO 26 SEPTIEMBRE. Lluvia again. Peles bajo el diluvio.

Después de un saludable y delicioso desayuno en nuestra German Bakery (esto si es un desayuno), nos dirigimos a la estación (en taxi por supuesto) para coger el bus a Sinaia.
Ya el día estaba feo y amenazaba lluvia, pero al llegar a Sinaia, cae un verdadero diluvio.
Nos resguardamos en la estación, pensando si ir a Peles o no. Yo tengo claro que aunque sea bajo el diluvio yo voy. Creo que puedo ir en taxi y luego allí todo es bajo techo así que no puede ser tan malo. El Palacio de Peles es totalmente imprescindible. Esperamos un rato a que escampe, pero no parece que lo vaya a hacer. Así que cogemos un taxi y subimos hasta el palacio.
Una vez allí, vemos hordas de turistas empapados apelotonados en la puerta del Palacio, intentando entrar.
Las visitas guiadas son obligatorias (la entrada es cara) y en diferentes idiomas. Lo malo es que hay un cupo máximo en cada grupo y los distintos idiomas se van turnando. Viendo que el turno del español no parece muy cercano y tenemos bastante prisa, nos colamos con un grupo de franceses haciéndonos las francesas (a uno por no ser francés no le dejaron). Una vez dentro, toca cubrirse los zapatos con patucos y dejar todas y cada una de nuestras cosas en consigna. Como no hemos pagado la tasa por la cámara tenemos que dejarla fuera, así que no hay documento gráfico propio del palacio, salvo el que puedo bajar de Internet.


¿Y que decir del Palacio? Es, en una palabra ecléctico, con decoraciones religiosas y mitológicas, decoración renacentista, árabe… No sigue ningún estilo en particular, pero es realmente precioso. Lujoso pero muy recargado. Casi no hay pared que no tenga cosas colgadas, ya sean cuadros de artistas famosísimos, como armas antiguas de todos los países…Una verdadera pasada. Tiene incluso sistemas de calefacción y aire acondicionado de la época.


Después de la visita en francés (que conseguimos entender bastante bien) salimos del palacio con la esperanza de que haya dejado de llover. Pero nada, fuera sigue el diluvio. Damos una breve vuelta por el jardín (de estilo Renacentista creo) mas por hacer fotos que por otra cosa, y nos vamos hacia la salida para coger otro taxi hasta la estación.

Allí ya solo nos queda hacer tiempo hasta que salga el tren. En los alrededores de la estación no parece que haya ningún sitio para comer (tampoco tenemos ganas de buscar mucho) así que nos quedamos a comer en la estación, en una especie de cantina en la que sirven hamburguesas. El ambiente dentro es...uff una mezcla de humedad y tabaco (yujuuu). No es que sea ninguna maravilla, pero está caliente. Los pies empapados tampoco ayudan a que me sienta cómoda
Cuando ya nos cansamos del bar, salimos a respirar al andén que está lleno de perros abandonados, algunos de ellos, cachorrillos adorables. Me entretengo un rato intentando hacer fotos a tan movida estampa.
El tren llega un poquillo mas tarde de lo previsto, pero nada de otro mundo. El trayecto se nos hace corto.
Llegamos a Bucarest y ya brilla el sol. Estamos un rato buscando hotel por los alrededores y todos son bastante carillos. Aun así, como tampoco hay mucho mas y solo es una noche, nos quedamos en uno que está enfrente de la estación.
Nos cambiamos de ropa (por fin zapatos secos) y nos vamos a pasear un rato.
Primero nos vamos a investigar desde donde salen los buses a Tulcea, ciudad a la que tenemos que ir al día siguiente para continuar con la aventura por el Delta del Danubio.
Después de encontrarla y mirar los horarios, como es un poco tarde nos cogemos un taxi para ir al parque Herastrau. Como no tenemos nada mejor que hacer, decidimos ir allí a dar una vuelta y a cenar.
Después de una “vuelta turística” proporcionada por nuestra amiga taxista (si, una mujer) por Bucarest (mierda de GPS), llegamos al parque cuando ya es de noche.
Aunque es de noche, el parque se ve bastante bonito, con el lago reflejando las luces de las riberas. Todas confiadas en que el clima se estaba comportando, nos cogimos un granizado para pasear por allí y ver el ambientillo. Ilusas.

Al poco de llegar, empieza otro tormentón, así que adelantamos la cena un poco.
Cenamos en un sitio bastante majo en el mismo parque mientas esperamos a que deje de llover.
Por suerte solo ha sido una tormenta y escampa pronto. Como se ha quedado buena noche, el hotel no está tan lejos (lo que en idioma de Zaragoza se traduce en una hora de caminata) y la zona es buena, nos encaminamos hacia el hotel dando un paseo. Así aprovechamos y vemos algunos edificios interesantes.
Llegamos cansadillas al hotel, así que vemos un rato la tele y pronto a dormir